La activista María Esther Roa fue sacada de CACE, grupo de ciudadanos auto convocados. Sin embargo, ella enseguida formó otro grupo con el ánimo de seguir operando buscando auxilio financiero. Para este fin trabaja ahora con IDEAS.
La mujer hace tiempo solo tiene en la agenda a la Fiscala General del Estado, Sandra Quiñónez. Lo hace ahora justo en que la izquierda paraguaya acelera buscando la cabeza de la Fiscal General del Estado, quien enfrentó en su terreno al EPP, logrando históricas condenas para los criminales como ningún otro agente fiscal.
Esta autodenominada “escrachadora”, incluso elevó más su voz luego de la imputación del senador Rodolfo Friedmann, acusado de varios delitos siendo el más alevoso el de aprovecharse de la merienda escolar. Ella ignoró todas las tropelías atribuidas al dirigente Colorado del Guairá.
Roa no tiene la misma actitud con jueces y ministros del Poder Judicial, quienes en altísimo porcentaje ningunean, dilatan o salvan a varios de los poderosos imputados por el Ministerio Público. Como ejemplo el caso del Clan Zacarías, los hermanos González Daher, los diputados Ulises Quintana y Cuevas.
La misma tampoco empuja con sus «movilizaciones» para apurar las investigaciones que ya hay sobre ministros y otros, hasta de otros altos funcionarios públicos imputados por la Fiscalía, caso de Samudio de Petropar y Beto Melgarejo en Dinac, todos los temas citados, empero, nunca interesaron a la Roa.
Esther Roa jamás se movilizó contra Efraín Alegre, del PLRA, acusado por sus mismos correligionarios. Jamás pidió ver el caso helicóptero y construcción de Comisarias cuando Filizzola fue ministro del Interior. No movió un dedo por el caso Buzarquis. Ni le intereso la imputación al ex Intendente de Asunción, Mario Ferreiro, y otros tantos intendentes y gobernadores que están en la carpeta del Ministerio Público.
Tampoco nunca antes estuvo así con el anterior Fiscal General del Estado, Díaz Verón, hoy imputado por la Fiscalía. Su silencio en ese tiempo fue llamativo. Jamás accionó contra Paciello, sobrino de Lugo, denunciado de enriquecimiento ilícito.
En suma, el pequeño resumen sirve para saber que Esther Roa es una «activista» selectiva, queriendo ser dura con la Fiscal General del Estado y fría y tibia con sus amigos. En ese estilo de trabajo busca el apoyo financiero externo para hacer la llamada » sociedad civil en la calle». Todo ello sin aún contarse sus antecedentes judiciales, que conocen demasiado bien algunas personas. Ojalá el relato sirva también para los pocos periodistas que aún le dan micrófono… como Benjamín Fernández Bogado.